Introducción:
Identificación del título.
Marco legislativo, psicopedagógico y social.
Normativa básica de carácter general: (i) Ley Orgánica 8/2003, de 9 de diciembre para la mejora de la calidad educativa. (LOMCE), (ii) Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE), Real Decreto 1147/2011, de 29 de julio, por el que se establece la ordenación general de la Formación Profesional del sistema educativo, Real Decreto 127/2014, de 28 de febrero, por el que se regulan aspectos específicos de Formación Profesional Básica. Se trata de una medida para facilitar la permanencia de los alumnos y las alumnas en el sistema educativo y ofrecerles mayores posibilidades para su desarrollo personal y profesional
Normativa relativa al título: Ver la estatal y la autonómica.
Una fundamentación psicopedagógica
Para fundamentar nuestra programación tendremos que acudir también a las fuentes psicopedagógicas (Lozano, 2018). Se trata de analizar cuál es el enfoque del proceso enseñanza (dimensión pedagógica, como enseñar) y aprendizaje (dimensión psicológica, como aprenden los alumnos) que es más conveniente utilizar. Por ejemplo, ¿un enfoque clásico o constructivista? ¿Cuál crees que sería más recomendable para el proceso de enseñanza y aprendizaje?
Una fundamentación social
Por último, tendremos también que fundamentar nuestra programación en los requerimientos que la sociedad actual nos demanda. Para ello, debemos analizar, por un lado, cuáles son los objetivos sociales fijados para la Formación Profesional en un sentido amplio.
Contextualización:
Identificación del módulo. Identificar el módulo dentro del ciclo. FOL/ EIE. Son transversales.
Contexto del entorno, centro y alumnado.
Establecer un vínculo entre el centro educativo y la comunidad en la que se enclava es del todo imprescindible si queremos integrar la educación formal con aquellos aprendizajes, valores y hábitos que el entorno desarrolla en nuestros alumnos. Flexibilidad del currículo educativo a la hora de concretar el mismo en función de las aptitudes, intereses, expectativas y necesidades del alumnado y del continuo cambio de la sociedad actual; y de cómo los centros educativos concretan dicho currículo dentro del entorno en donde se encuentran.
El centro educativo
Otro aspecto que hay que tener en cuenta es el centro educativo en el que estemos trabajando. Como ya hemos visto, el artículo 120 de la Ley Orgánica 2/2006, 3 de mayo, de Educación garantiza la autonomía organizativa de los centros.
Características del grupo-clase. Un elemento muy común hoy en nuestras aulas es encontrarnos con alumnado que acude a la formación profesional con diferentes necesidades, unos son alumnos adolescentes que buscan una formación para insertarse al mundo laboral o proseguir posteriormente sus estudios universitarios y otros son personas adultas que acuden al centro para reciclarse académicamente para una recolocación en el sistema productivo.
Competencias:
Competencia general. Describe de forma abreviada el
cometido y funciones esenciales del profesional que posee el Título de
Formación Profesional. Se encuentra en el Art. 4 del RD.
Hoy en día, para poder llegar a ser
un buen profesional, tenemos que ser capaces de adquirir una serie de
conocimientos, destrezas, actitudes y valores que nos van a permitir desempeñar
nuestra actividad profesional de forma eficaz en un ámbito o área específica.
Competencias profesionales,
personales y sociales.
El artículo 7 del Real Decreto 1147/2011, de 29 de julio, define las
competencias profesionales, personales y sociales como las que «describen el
conjunto de conocimientos, destrezas y competencia, entendida esta en términos
de autonomía y responsabilidad, que permiten responder a los requerimientos del
sector productivo, aumentar la empleabilidad y favorecer la cohesión social».
Recordemos que las competencias ponen
el acento en el saber, saber hacer y en el saber ser, es decir pueden
ser cognitivas, procedimentales y actitudinales.
Objetivos:
Objetivos generales. Los objetivos generales se
establecen para la totalidad de la titulación, de tal manera que son los mismos
para todos los módulos que lo integran, independientemente de que estos estén o
no asociados a una unidad de competencia.
Vienen recogidos en el artículo 9
de cada real decreto que regula el título y las enseñanzas mínimas y en los
reales decretos u órdenes que lo desarrollan en cada comunidad autónoma. Pero,
a la hora de trabajar con ellos en nuestra programación, es importante
recopilar la información de estos últimos, ya que puede que introduzcan
modificaciones en aras a contextualizar los objetivos dentro de su comunidad.
Resultados de aprendizaje. Los resultados de aprendizaje son los
objetivos en concreto que se establecen para cada uno de los módulos. Los
resultados de aprendizaje están definidos en términos de lo que el alumno debe
ser capaz de hacer y, por lo tanto, están más ligados a las actividades
formativas. Siguiendo esta línea, Jenkins y Unwin (2001) los definen como
«enunciados acerca de lo que se espera que el estudiante sea capaz de hacer
como resultado de una actividad de aprendizaje». Los resultados de aprendizaje
vienen descritos en el anexo I de cada real decreto u orden por el que se
desarrolla el currículo básico de cada titulación en la comunidad autónoma, y
van a estar directamente asociados a unos criterios de evaluación e
indirectamente al bloque de contenidos.
Contenidos:
Contenidos básicos. El artículo 6.2c de la Ley Orgánica
2/2006, de 3 de mayo, de Educación define los contenidos como «el conjunto de
conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes que contribuyen al logro de
los objetivos de cada enseñanza y etapa educativa y a la adquisición de
competencias».
Los contenidos son pues la
herramienta necesaria para que el alumno alcance los objetivos perseguidos. Por
este motivo, los contenidos dentro de la programación se señalan después de los
objetivos, porque son una de las herramientas a implementar para el logro de
estos en clase.
Secuencia y temporalización de los
contenidos. Para
lograr buenos resultados en el aprendizaje de los alumnos resulta
imprescindible secuenciar los contenidos de forma correcta. Secuenciar, no
es lo mismo que temporalizar. Secuenciar supone decidir qué contenido se
trabajará antes que el otro (Sánchez,2008). Para lograr buenos
resultados en el aprendizaje de los alumnos resulta imprescindible temporalizar
las diferentes unidades de trabajo a lo largo del curso escolar. Temporalizar,
consiste en señalar el tiempo que se le dedicará a cada contenido (Sánchez,
2008).
Unidades de trabajo. Una unidad de trabajo no es más que
una parte del proceso de enseñanza-aprendizaje, que no tiene una duración fija
(las unidades no siempre se imparten en el mismo número de clases), «que
precisan de unos objetivos, unos bloques elementales de contenido, unas
actividades de aprendizaje y unas actividades de evaluación» (Coll, 1993). En
definitiva, la unidad de trabajo va a ser la guía del profesor en el aula. Va a
orientar su labor docente pensando en su grupo de alumnos, sus características
concretas y peculiaridades, en su centro educativo, sus proyectos para el año
académico y en su comunidad, organismos, asociaciones, etc.
Esta finalidad, requiere que nuestras
unidades didácticas, además de ser claras y concretas, sean flexibles:
se trabajen desde un lugar en donde el profesor medie entre el entorno y la
planificación y pueda realizar los cambios necesarios a lo largo del curso.
Los objetivos didácticos de
aprendizaje son los que se marcan para cada unidad de trabajo. Son los que
vamos a realizar nosotros como profesores. Lo que haremos es, teniendo en
cuenta los objetivos generales del título y los resultados de aprendizaje,
elaborar y precisar los objetivos específicos de cada unidad y a partir de
ellos elaborar las diferentes actividades y metodología a utilizar. Los
objetivos de aprendizaje siempre se elaboran con un verbo en infinitivo. Nos
ayudará mucho a redactarlos la taxonomía de Bloom.
Objetivos
de enseñanza. Estos son los objetivos de enseñanza. Estos objetivos están
dirigidos al docente y no al alumno, es decir, son los referentes didácticos
que el profesor pretende seguir. Lozano (2018) nos señala algunos ejemplos:
·
Educar
desde una pedagogía entretenida, lúdica y divertida que fomente la actividad y
la participación del alumnado.
·
Programar
desde un carácter abierto y flexible que permita al docente ajustarse a través
de posibles y continuas modificaciones.
·
Implementar
una metodología adecuada desde la que atender a la diversidad y fomentar la
inclusividad en clase.
·
Conseguir
un buen clima de trabajo en el aula en el que imperen el respeto, la cooperación
y colaboración de los alumnos, la amistad y, sobre todo, el gusto por aprender.
Elementos transversales. En la actualidad, la mayoría de los
sistemas educativos inciden en la necesidad de educar a nuestros alumnos no
solo en conocimientos y destrezas curriculares, sino también en valores
fundamentales para su desarrollo personal e integral, esto es, los llamados
elementos transversales, tales como la tolerancia, la solidaridad, la igualdad,
etc. Estos contenidos son básicamente actitudinales, por lo que trabajarlos desde
un enfoque transversal, es decir, paralelamente a los contenidos del módulo
durante todo el curso, parece la vía más adecuada. Ya centrados en la Formación
Profesional, también la legislación vigente nos impele a introducir estos
elementos transversales en nuestras programaciones. Así, el artículo 2 del
Real Decreto 1147/2011, de 29 de julio, por el que se establece la
ordenación general de la formación profesional del sistema educativo, señala
que la Formación Profesional del sistema educativo persigue, entre otras
finalidades, la de «contribuir a su desarrollo personal, al ejercicio de una
ciudadanía democrática, favoreciendo la inclusión y la cohesión social y el
aprendizaje a lo largo de la vida».
Existe una gran diversidad de temas transversales y
desarrollar uno u otros dependerá del contexto en el que estemos trabajando: el
entorno, el centro, los alumnos, el ciclo formativo, etc. Pero entre los temas
transversales que parecen más relevantes para impartir en el módulo de Formación
y Orientación Laboral y Empresa e Iniciativa Emprendedora, podemos destacar los
siguientes:
·
Educación
para la igualdad y la interculturalidad.
·
Educación
para la paz, la convivencia y la ciudadanía.
·
Educación
para la salud y prevención de riesgos laborales.
·
Educación
ambiental.
·
Educación
emocional.
·
Desarrollo
creativo.
·
Educación
para el trabajo en equipo.
·
Nuevas
tecnologías, etc.
Metodología:
Orientación metodológica. Hablar de metodología es hablar de
cómo se va a desarrollar la práctica docente en el aula, es decir, de cómo
vamos a encarar la docencia con nuestros alumnos, de tal manera que
favorezcamos su aprendizaje en el contexto en concreto en el que nos estamos
desenvolviendo. En definitiva, la metodología va a responder a la pregunta de
cómo enseñar.
Estrategias y tipos de actividades.
Una de las más tradicionales
clasificaciones de las estrategias, favorecedoras de un aprendizaje
activo de los alumnos, se pueden utilizar otras, pero estas son fácilmente
adaptables a las diferencias de aprendizaje, es aquella que las divide en:
cognitivas y metacognitivas.
Las actividades deben diseñarse de manera que sirvan
para alcanzar los objetivos propuestos, han de estar bien secuenciadas, de
acuerdo con un orden lógico, deben ser atractivas, que resulten motivadoras
para nuestro alumnado, han de ser variadas en su estructura y de diferente
tipología teniendo en cuenta, a la hora de su elaboración, las características
del alumnado. (Sánchez, 2008).
Medios, materiales y recursos didácticos. En líneas generales, Sánchez (2008)
los define como:
«Cualquier medio que el profesor
emplea en el diseño o desarrollo de sus clases, ya sea para obtener
información, acercar a los alumnos al objeto de aprendizaje, servir como modelo
o ejemplo, ayudar a la organización del aula, facilitar la evaluación, etc.».
Tradicionalmente se han dividido en tres tipos:
organizativos, materiales, y humanos.
Los recursos organizativos tienen que
ver con dos aspectos: la organización temporal y la organización
espacial.
La organización temporal
Sin duda, saber el tiempo con el que
contamos para el desarrollo de nuestra labor docente, organizarlo y
secuenciarlo debidamente es uno de los aspectos más importantes para lograr con
éxito el cometido que como profesores tenemos encomendado.
Por ello, debe ser reflejado
específicamente en la programación didáctica que elaboremos y en donde
mencionaremos los siguientes aspectos:
·
Respecto
al centro: el calendario escolar.
·
Respecto
al ciclo: el número de horas totales.
·
Respecto
al módulo: el número de horas totales y su distribución semanal.
·
Respecto
a las unidades de trabajo: el número de horas dedicadas a cada unidad de
trabajo y su secuenciación en sesiones para cada una de ellas.
La organización espacial
En cuanto al espacio, debemos
referirnos en nuestra programación a los espacios tanto de dentro como de fuera
del aula que preveamos que vamos a utilizar.
Espacios dentro del aula: conviene que exista la posibilidad
de distribuir el mobiliario de distintas maneras, con la finalidad de
adecuarnos a las estrategias y actividades que realicemos (Lozano, 2018).
Además del aula habitual, puede que exista la posibilidad de utilizar otros
espacios dentro del centro: aulas polivalentes, bibliotecas, aulas TIC, etc.
Fuera del aula y del centro podemos hacer
referencia tanto a espacios cerrados como museos, empresas, salones de actos de
ayuntamientos, instituciones, etc. como a espacios abiertos: parques, espacios
urbanos, naturales, rurales, etc. En definitiva, hay que tener en cuenta
también los espacios que vayamos a utilizar en las actividades complementarias
y extraescolares.
Los recursos materiales
En las programaciones didácticas
deberemos incluir también aquellos materiales que preveamos que vamos a
utilizar durante el curso. Se suele diferenciar entre materiales didácticos y
materiales curriculares.
Recursos humanos. Agrupamientos. Por recursos humanos entendemos todas
aquellas personas que se van a relacionar con el alumno y que obviamente
colaboran en mayor o menor medida en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Se
trata, como señala Lozano (2018), de concretar en nuestras programaciones las
interacciones interpersonales que se van a dar nuestras aulas y cómo vamos a
organizarlas. Haremos mención a lo siguiente:
Por agrupamiento entendemos la
forma en la que vamos a agrupar a los alumnos para trabajar en clase el
desarrollo de una actividad. Podrían ser trabajos individuales, donde el
alumno trabaja solo, en pequeños grupos homogéneos, donde el alumnado
tiene características comunes, o heterogéneos, donde tienen características
diferentes como, por ejemplo, alumnos con o sin experiencia laboral, para toda
la clase como debates, salidas y de grandes grupos cuando participan
otros alumnos diferentes de otros ciclos del centro educativo.
Actividades complementarias y extraescolares. Ambos tipos de actividades se
concretan en una programación específica que se entregará a la comisión de
actividades extraescolares, en el seno del consejo escolar, para su aprobación.
Una vez aprobado, se incluirían en la programación general anual. Por lo que
respecta a nuestra programación didáctica, la incluiremos en un apartado
específico en el que indicaremos, por cada una de ellas, lo siguiente:
· El título de la actividad.
· Su objetivo: en qué va consistir, cómo se va a desarrollar y la finalidad que se persigue.
· Los profesores o personal implicado en su caso.
· Temporalización: primer trimestre, segundo trimestre, etc.
· Departamentos implicados: departamento de FOL o este y el departamento de informática, etc.
· Lugar: lugar de realización: el centro, un museo, al aire libre, etc.
Evaluación: Evaluar, según la Real Academia de la Lengua, es estimar los
conocimientos, aptitudes y rendimiento del alumnado. Al aplicar el concepto de
la evaluación a la educación y, concretamente, al proceso de
enseñanza-aprendizaje, podemos destacar los siguientes objetivos para la
Formación Profesional, que debe evaluar la adquisición y la consolidación de
los resultados de aprendizaje y objetivos generales, incluyendo las
competencias propias de los títulos profesionales. En este aprendizaje se van a
valorar las capacidades propias de cada perfil profesional, apoyándose en la
adquisición de los conocimientos adquiridos relacionados con el «saber»
(conceptuales), «saber hacer» (procedimentales) y «saber estar y comportarse»
(actitudinales) de cada uno de los módulos.
Evaluación inicial
Cuando se inicia un proceso de enseñanza y aprendizaje, es
natural que el alumnado tenga o no unos conocimientos previos de una materia, o
alguna expectativa o interés especial que es necesario conocer antes de iniciar
su aprendizaje.
Evaluación formativa
En cada curso escolar nos encontramos evaluaciones parciales,
que sirven para tomar el pulso de cómo va el aprendizaje de nuestro alumnado en
el módulo profesional.
Estas evaluaciones en los grados formativos de grado medio y
superior se planifican, dependiendo de la comunidad autónoma donde nos
encontremos, de la siguiente forma: en primer curso, tres evaluaciones, que
suelen ser en diciembre, marzo y mayo; en segundo curso, dos evaluaciones
parciales, una en diciembre y otra en marzo. Estas evaluaciones sí que son
numéricas, todo el progreso del alumnado se cuantifica en un número del 1 al
10.
Evaluación final, es la evaluación que se produce al finalizar el curso y
pretende valorar el proceso de enseñanza y aprendizaje del alumnado en
referencia a los objetivos, expresados en resultados de aprendizaje, y los
criterios de evaluación.
Evaluación del aprendizaje del alumno:
Criterios de evaluación. Por criterios de evaluación
entendemos aquellos enunciados que emiten un juicio valorativo sobre el grado
de aprendizaje que los alumnos tienen que alcanzar acerca de unos contenidos,
ya sean estos conceptuales, procedimentales o actitudinales. ¿Y dónde podemos
encontrar los criterios de evaluación para poder valorar el grado de
aprendizaje de nuestro alumnado? Los criterios de evaluación los podemos
encontrar en el real decreto que regula el título y sus enseñanzas mínimas y en
los decretos y órdenes de cada comunidad autónoma que los desarrollan en
ocasiones.
Técnica e instrumentos. Los instrumentos de evaluación pueden
definirse como las herramientas que utiliza el profesor para recabar de manera
organizada la información referente al aspecto que queramos evaluar. Así que,
como ejemplo, podemos comentar: pruebas objetivas, ejercicios
teórico-prácticos, trabajos, registros o listados de cotejo utilizados por los
docentes para la observación sistemática y el seguimiento del proceso de
aprendizaje del alumno.
Criterios de calificación. Calificar supone plasmar el juicio
emitido tras una evaluación en una nota alfanumérica. Todos los módulos
profesionales se calificarán de forma numérica, entre uno y diez, sin
decimales, excepto el módulo de Formación en Centros de Trabajo que se
calificará como Apto o No Apto. Cuando el alumno supere positivamente
(puntuaciones iguales o superiores a cinco) todos los módulos profesionales que
componen el título profesional, podrá titular.
Atención a pendientes y medidas de
recuperación. Una
vez realizadas las evaluaciones, analizaremos el rendimiento del alumnado de
nuestro módulo profesional. Fruto de dicho análisis podemos tener alumnos que
no han superado los objetivos mínimos esperados en el curso. Por lo tanto, nos
podemos preguntar, ¿repetirá curso? Este alumnado no repetirá curso, ya que
podrá superar los objetivos en un período de refuerzo o recuperación, antes de
finalizar el curso y agotar la convocatoria establecida.
Comentemos ahora la diferencia importante entre alumnado
pendiente y repetidor.
Evaluación de la práctica docente.
Evaluación a nivel de aula
A nivel de aula, el docente, es el
principal responsable del proceso de enseñanza y aprendizaje, por ello es el
profesor quien se debe hacer, fundamentalmente, estas tres preguntas: Que,
Como, Cuando
Evaluación a nivel de centro. Memoria
Al final de curso el departamento
didáctico tendrá que elaborar una memoria donde se recojan todos los aspectos
más significativos del curso escolar, analizando todas las actuaciones para
valorar propuestas de mejora para aplicar en el siguiente curso académico.
Atención
a la diversidad y necesidades educativas especiales.
Se entiende por diversidad a las características propias de las personas físicas,
ya que cada individuo tiene una manera especial de ser, tiene una forma de
pensar autónoma y de actuar independientemente.
Es cierto que existen patrones cognitivos, afectivos y de
conducta similares entre las personas; sin embargo, existen personas que tienen
un patrón más específico o diferente, en términos de capacidades, necesidades,
intereses, ritmo de maduración, motivaciones o influencias culturales, que hace
que tengan una predisposición diferente ante su comportamiento en sociedad y,
fundamentalmente, en el aspecto educativo.
No es lo mismo la atención a la diversidad que la atención a
los alumnos con necesidades educativas especiales (NEAE, necesidades especiales
de apoyo educativo), aunque a menudo se suelen confundir.
Se entiende por alumnado con necesidades educativas
especiales aquel que tiene unas peculiaridades tales que requieren, en un
período de su aprendizaje, en el proceso de enseñanza o a lo largo de todo el
mismo, determinados apoyos y atenciones educativas específicos, derivados de
una discapacidad o de trastornos graves de conducta, ya que tienen dificultades
en su aprendizaje.
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